¿Cómo fue su aproximación a “Bojack Horseman” y qué desafíos le ha generado introducirse en el género de animación para adultos?
Mi primera aproximación fue desde mi condición de espectadora, yo era fanática de “Bojack Horseman” y cuando en 2016 supe que buscaban un nuevo escritor para el equipo decidí presentarme. Claro que no fue así de fácil, trabajé duro y me preparé durante muchos años para estar lista. Recuerdo que mi primer episodio me aterrorizaba. No sabía que la comedia animada para adultos era un mundo difícil para una mujer. Luego descubrí que todos los mundos son difíciles para una mujer. Pero debo decir que en “Bojack Horseman” siempre tuvimos cuatro escritoras y cuatro escritores trabajando juntos. Es algo muy raro en la industria.
En cuanto a los desafíos que me generó la narrativa, debo decir que Raphael Bob-Waksberg, creador y productor ejecutivo de la serie, abordó la dirección como Live Action, lo que facilitó las cosas de acuerdo con mi formación.
¿De qué manera funcionaba la “cocina” para la escritura de los guiones?
Además de Raphael, el equipo de trabajo estaba constituido por ocho escritores que confluían en un verdadero esfuerzo grupal. La sala de escritores de “Bojack Horseman” ha sido muy particular porque nuestro showrunner realmente nos ha permitido alcanzar la propiedad de lo narrado, algo que tampoco es muy común. En cuanto a tareas colectivas, había un material de inicio que se desplegaba en la sala: allí se expresaba la revelación de lo que sucedería en cada episodio, lo que llamamos episodes breaking. Entonces, nos ocupábamos de analizar si algo no encajaba bien con el flujo de lo que debía suceder en la historia y tratábamos de encontrar la mejor forma de lograrlo. Ahora bien, cuando eras responsable de un episodio, sucedía lo siguiente: se trabajaba en una pizarra de la sala, hablando de todo con los otros escritores y una vez que Raphael lo aprobaba, el escritor se llevaba el trabajo a su casa. Una vez narrado y entregado, el escritor recibía una devolución con notas y luego tenía que hacer su propia revisión. Tras la entrega del último borrador, correspondía a Raphael hacer el pase final para aprobarlo. Y la verdad es que lo hacía en forma brillante. Sólo rodeándose de gente muy talentosa es posible hacer este tipo de trabajo en equipo.
Habiendo sido escritora durante las últimas tres temporadas, ¿qué evaluación hace acerca de la evolución final de la historia?
De las tres temporadas en las que trabajé, la última resultó de lo más interesante. Justamente porque sabíamos que la sexta sería la definitiva, lo que nos obligó a profundizar en la lógica de cada personaje y de la historia en general. Producto de ello, emergieron intensísimas charlas filosóficas que mantuvimos en el equipo de escritores con el objetivo de poder sacar la mejor versión de la historia, esforzándonos por hacer que cada guión se sienta especial y ambicioso.
¿Qué cambió en su trabajo cuando pasó a ser redactora ejecutiva de la serie?
A partir de ese momento, mi responsabilidad fue variando de acuerdo con las necesidades. Hubo momentos en que me dedicaba a escribir mi propio episodio, pero en otros mi tarea era ayudar a otros escritores a resolver el suyo. Es importante entender que cuando uno está escribiendo el guión del episodio que le toca, el resto del equipo sigue en la sala desarrollando las ideas iniciales para el siguiente. Esto es así porque no son episodios sueltos, hay todo un arco que hace a la unidad de toda la serie. De modo que, en el nuevo rol, había que estar con el foco puesto en los dos espacios narrativos.
Entre 2015 y 2018, “Bojack Horseman” cosechó una importante cantidad de premios. ¿Cuál ha sido la clave del éxito de la serie?
La clave para el éxito es que tanto la compañía de productora como Netflix, nos dieron a los escritores una libertad absoluta para hacer lo que considerábamos qué debíamos realizar. El show es muy extraño y no hubiera funcionado de no contar con esa libertad narrativa que tuvimos los escritores. Nunca recibimos las clásicas notas diciendo elimina aquello o introduce tal cosa, eso no ocurrió. Y obviamente, el propio Raphael ha sido fundamental en la perfomance del show.
Tratándose de la primera serie de animación original que Netflix lanzó al mercado, ¿cuál ha sido el aporte que ha hecho a los escritores del show?
Personalmente, debo señalar que Netflix permitió que nuestro trabajo se hiciera en el marco del sindicato, lo que nos otorgó protección, seguro de salud y garantía de cobrar ciertas tarifas por nuestra labor. Sin lugar a dudas, facilitó que nos despreocupáramos de todas esas cuestiones para enfocarnos definitivamente sobre nuestra tarea: la narrativa de la historia.
¿Qué diferencias existen entre escribir para la televisión tradicional y hacerlo para una plataforma digital donde el consumo cambia radicalmente?
El streaming es algo nuevo y tanto la programación como la creación de los episodios es muy distinta. Indudablemente, cambia completamente la forma en la que uno se convierte en escritor. La cantidad de episodios que hacen los canales tradicionales es muy diferente a la plataforma digital. Los tiempos también se modifican: en la TV tradicional se empieza a escribir en verano y se termina en navidad; en cambio, para una plataforma como Netflix puedes escribir en cualquier momento. Y esto, desde el punto de vista de la escritura, también modifica la forma en que se cuenta cada historia.
Por último, ¿qué tipo de actitudes resultan de vital importancia a la hora de participar en una sala de escritores?
La primera y fundamental, el respeto por el trabajo y la mirada del otro. La segunda es no insistir con ideas que no entusiasman al resto de los escritores. Y la tercera es no intentar imponerse como los mejores, especialmente si uno es principiante. Si todo esto confluye, trabajar con mucho compromiso y divertirse mucho.