Agustín Sacanell
La productora argentina Kapow, creada por Agustín Sacanell y Lucas Rainelli, cumplió 20 años de trayectoria en la industria audiovisual. Hoy posicionada como una referencia por la calidad de sus desarrollos, continúa creando, desarrollando y produciendo contenido que destaca mediante un catálogo diversificado que está presente en prácticamente todas las plataformas relevantes a nivel global. En entrevista con Señal News, Sacanell destaca la impronta del productor y revaloriza la importancia de armar una mesa de inversión donde cada aportante juegue en su justa medida.
¿Cuáles ha sido los aspectos clave de los inicios y expansión de Kapow?
“En primera instancia, debo decir que la industria no es estática y ha cambiado mucho a lo largo de estas dos décadas, con importantes transformaciones. Cuando empezamos a trabajar, el único foco era la televisión abierta, y, de hecho, crecimos pensando en la TV abierta y local. La internacionalidad era algo que quedaba un poquito más relegado al material ya terminado y a las latas. En ese sentido, fuimos encontrando nuestros primeros espacios en una industria que estaba súper concentrada en muy pocos jugadores y donde era muy difícil hacerse un lugar si no venías con un background significativo o un apellido patricio de la televisión. Así fue que nuestros primeros pasos los hicimos con mucho esfuerzo, prestando servicios para las productoras que ya estaban consolidadas. Por entonces, entendíamos que antes de pensar en ir al cliente en forma directa, lo más lógico era subirnos y aportar soluciones creativas y estéticas para las productoras existentes. Con los años, cuando se fue abriendo el espectro en los canales de aire, las cosas fueron cambiando y logramos realizar nuestros primeros contenidos. Y en pocos años empezamos a detectar que muchas majors se instalaban en Argentina de la mano de la TV paga. Con el crecimiento de este negocio empezamos a ganarnos un lugar importante, ya que nos convertimos en proveedores de Viacom para señales como MTV, Nickelodeon y VH1, entre otras. Logramos cierta internacionalidad al poder trabajar para MTV 3 en el US Hispanic y también en alguna señal europea. Todo ese marco nos permitió y obligó a trabajar con normas cercanas al mundo corporativo, tanto a nivel estético y narrativo como de producción. Indudablemente, todo esto fue cambiándonos un poquito nuestro mindset”.
¿Cuál fue el gran salto diferencial de la compañía en este trayecto?
“El salto más grande lo dimos entre 2015 y 2016, cuando comenzamos a trabajar para las plataformas de streaming como Netflix, Prime Video, HBO Max, Paramount+, Disney+ y Star+. En esa misma época también experimentamos un cambio en términos de género: del entretenimiento pasamos a enfocarnos en la ficción. Como compañía, esto nos llevó a reorganizarnos y adquirir un perfil más profesional, ya que los presupuestos son de mayor envergadura y, aunque algunas veces los márgenes sean un poco más pequeños de lo deseado, nada puede fallar y exige muchísima precisión”.
Iniciaron su camino como una startup y han tenido que ir adaptándose a las demandas de la industria. ¿Cuáles fueron los principales retos que debieron superar?
“Cada una de estas transformaciones son muy complejas a nivel de management y de compañía. No depende de una simple decisión o de elegir un proyecto para querer cambiar el timón y trabajar con una determinada industria. Todo eso requiere de cierta solidez y credenciales que tienen que estar ganadas de antemano. ¿Por qué una compañía que viene haciendo entretenimiento, un día produce ficción y se convierte en creíble para un cliente? La forma en la que uno va generando ese background requiere de una estrategia previa que se va dando de a pasos. Si hay algo que supimos hacer bien en algunos momentos, y nos dio muy buen resultado, fue poder anticiparnos a las transformaciones. Cuando decidimos cambiar el rumbo, nos capacitamos y nos dimos un plazo de tiempo importante para atravesar esa transformación. Medida en el tiempo, la curva es ascendente. A veces, en el corto plazo, se provocan mesetas, inclusive en algunas ocasiones se dan picos hacia abajo, lo que nos provoca muchísima angustia y nos preguntamos si nuestras decisiones han sido las correctas. No obstante, cuando uno tiene la posibilidad de mirar en retrospectiva y con 20 años de trayectoria, advertimos que todas las decisiones de management estuvieron bien tomadas. Cada vez que tuvimos que cambiar un poco, los desafíos fueron súper importantes. Si bien es cierto que toda la industria es audiovisual no es lo mismo trabajar para TV abierta que para TV paga o streaming. Cada uno tiene su especificidad. Lo mismo ocurre a nivel de volumen de proyecto. Por ejemplo, sabemos que para un streamer tendremos que estar administrando millones de dólares y no hay posibilidades de confundirse o cometer errores, es una responsabilidad muy grande”.
¿Qué grandes hitos pueden distinguirse en los 20 años de trayectoria de Kapow?
“Hay muchas formas de medir hitos. Un criterio puede ser la escala del proyecto; otro, el aprendizaje adquirido. En el caso de la ficción, tanto por escala como por lo que nos dejó, creo que ‘El Presidente’ fue una serie que nos dejó un aprendizaje enorme para nosotros, que nos posicionó como una productora relevante en América Latina. ‘El Presidente’ nos internacionalizó en su justa medida, poniéndonos en un lugar diferente frente a la mirada de los demás, e internamente nos brindó el expertise necesario en una escala de producción que nosotros no habíamos experimentado hasta entonces. Por otro lado, una estrategia que perseguimos mucho y que nos diferencia como productora, es la diversificación. Es un orgullo que nuestro catálogo esté diversificado con prácticamente todas las plataformas relevantes a nivel global. Trabajamos tanto para Netflix, Max, Paramount+, Disney+ y Star+. Esa es una gran fortaleza”.
¿Cuál es tu visión sobre el contexto que atraviesa la industria audiovisual?
“Veníamos de un momento caracterizado por una escalada espiralizada en cantidad de inversión y de contenidos que se venían haciendo dentro del boom del streaming. En ese contexto, el productor podía llegar a quedar un poco relegado dado que las plataformas compraban derechos globales a perpetuidad. Era un marco en el cual muchos directores gozaban de un gran presupuesto para llevar sus ideas a cabo pero la tarea del productor quedaba un tanto menospreciada, olvidando que es quien concibe el proyecto, invierte y lo potencia. Entonces, desde el momento en que comienza una etapa un poquito más recesiva, siento que se vuelve a una normalidad donde, en definitiva, lo que tenemos que hacer es armar una mesa de inversión para hacer que cada aportante juegue en su justa medida. Allí se discute si un contenido es muy regional o local y cada uno pone su impronta. Allí se convocan talentos de otros territorios y se asumen riesgos. Luego se arma una mesa de inversión y cómo será la explotación, para llevar mi proyecto al lugar desde el cual lo concebí, lo cual pone al productor en un lugar más cómodo. De esta manera, el productor se juega con su ideal: algunas veces sale mejor y otras peor, pero cuando sale bien es muy disfrutable”.
Por Aldo Bianchi