De ser el segundo grupo más capitalizado del sector de las telecomunicaciones europeo, Telefónica ocupa ahora la sexta posición entre las operadoras del Viejo Continente tras perder un 75% de valor en bolsa en 10 años. El fracaso de las inversiones en Latinoamérica, el peso del sobreendeudamiento, la fuerte competencia en el mercado doméstico y la baja rentabilidad de un negocio maduro en general han ido mermando a la evolución de sus operaciones. Ahora, con la crisis del coronavirus de por medio, los analistas estiman una rebaja de su negocio respecto al año anterior.
En concreto, de acuerdo a las previsiones de Bloomberg, los ingresos de la multinacional española serán de 11.366 millones para esta mitad de año, el aproximadamente 6,3% menos que en el mismo periodo del año anterior. O lo que es lo mismo: reducirá su negocio en más de 764 millones respecto al segundo trimestre de 2019 (12.142 millones de euros).
Sin lugar a dudas, el mercado español es el más importante para Telefónica. Es su primera plaza por volumen de ingresos y en la que lidera la cuota de mercado, tanto en el segmento móvil como en el fijo. Pero el contexto de las telcos en España no es el más prometedor. De hecho, las diferentes operadores del sector llevan tiempo adivirtiendo de que se acerca un momento crucial, en el que coincidirán dos factores: el primero es la necesidad de inversión de cara a la subasta del 5G, en el que Telefónica, al igual que Orange y Vodafone, tendrán que pujar por parte del espectro; el segundo es la falta de ingresos, debido a que el mercado, tras la entrada de operadores de bajo costo, como MásMóvil o Digi, se sumerge en una guerra de precios para retener clientes.
Para Telefónica, el segundo mercado de mayor relevancia por volumen de negocio es Brasil. De la mano de Vivo, su subsidiaria local, lucha por manter su liderazgo en el segmento móvil, donde cuenta con el 33% del mercado, casi la mitad en la opción de pospago. En busca de afianzar ese posicionamiento, aspira a quedarse con parte de los activos de la quebrada Oi. Para ello, realiazó junto con Claro y TIM una oferta vinculante para adquirir las operaciones del negocio móvil de Oi, que alcanzaría a su base de clientes, espectro, equipamiento y bienes raíces. La operación no es sencilla, especialmente a partir de las intenciones de su competidor Algar Telecom, que contaría con el apoyo financiero del fondo singapurense GIC.
Reino Unido es la tercera base de operaciones de Grupo Telefónica. Andrés Bolumburu, analista de Banc Sabadell, considera muy relevante los efectos de la fusión entre O2, la marca de Telefónica en UK, y Virgin Media, la que utiliza en el país el estadounidense Liberty. Esta operación, que supuso un hito sin precedentes en el sector telco en Europa, fue anunciada en mayo. Con el objetivo de que el operador resultante dispute el liderazgo a British Telecom (BT), Telefónica unió fuerzas con Liberty para crear un gigante valorado en 27.400 millones de euros y con una facturación de más de 12.000 millones, según explicaron ambos grupos.
Por último, aparece Hispanoamérica que claramente ha dejado de ser prioritaria para Telefónica. El grupo anunció en noviembre la creación de un spin-off con todos los países que componen la región Norte y Sur para lanzarse a la búsqueda de soluciones que rebajarán su exposición al país. Su continuidad a largo plazo es perjudicial para el grupo porque, tal y como explicó su presidente propio José María Álvarez Pallete, "el crecimiento, que era la fórmula tradicional allí, ya no bate a la inflación", lo que "nos ha expuesto a la depreciación de las monedas".